Giorgio Mosangini sobre el decrecimiento y el CO2
Extracto de un artículo más amplio en Periodismo Humano sobre el decrecimiento como filosofía ante el consumismo:
Decrecimiento es una palabra extraña desde el punto de vista lingüístico, ya que se contradice a sí misma. Según el diccionario de la DRAE, “Decrecer” significa “Disminuir”. ¿Creemos, aún así, que “menos” puede llegar a significar “más”? Giorgio Mosangini, miembro del Col·lectiu d’Estudis sobre cooperació i desenvolupament y uno de los expertos más reconocidos de España a la hora de explicar la filosofía del decrecimiento puede ayudarnos a comprender no sólo si aún “estamos a tiempo”, sino defender que la alternativa propuesta se sostiene por sí misma. Periodismohumano ha hablado con él apenas unos días después de la celebración en Barcelona del II Congreso Mundial sobre decrecimiento económico.
¿Dónde se encuentra el límite del consumo?
“Existen límites físicos, ecológicos. Consumimos recursos (materia y energía) que son finitos, agotando progresivamente su disponibilidad. Por poner sólo un ejemplo, en poco más de un siglo habremos agotado la disponibilidad de petróleo, un recurso finito que se ha acumulado durante millones de años. También generamos residuos que superan las capacidades de los sumideros naturales.
El ejemplo más conocido son las emisiones de Co2, que al superar las capacidades de absorción naturales, generan el cambio climático y todos los fenómenos adversos asociados. La economía ecológica ha elaborado índices que nos ayudan a entender hasta qué punto hemos superado los límites. La huella ecológica, por ejemplo, nos dice que a partir de finales de los años 80 la humanidad ha superado las capacidades de carga del planeta. Actualmente la humanidad vive como si tuviera a disposición 1,3 planetas. Vivimos en un mundo imposible gracias a dos factores. Por un lado, con el modelo de crecimiento ilimitado, la humanidad ha pasado de depender del flujo de radiación solar, como cualquier otra especie, a depender de un stock finito de materia y energía acumulado durante millones de años en la corteza terrestre que estamos agotando a ritmos crecientes. Cuánto más crezcamos, antes se acabará su disponibilidad. Por otro lado, una desigualdad extrema permite que el 20% de la humanidad vivamos en un mundo irreal a costa del 80% restante. Para universalizar el estilo de vida de un ciudadano medio de EEUU deberíamos disponer de casi 5 planetas. En cambio, la mayoría de la población mundial sigue viviendo sin superar los techos que marca la sostenibilidad ecológica.