Casamance, una región por descubrir
Casamance –pronúnciese en francés Casamans– es una singular y preciosa región senegalesa con paisajes llenos de frescura tropical, una densa red de ríos, y la cultura diola que ha atraído a viajeros desde hace décadas. Del tamaño de Galicia, se encuentra casi completamente separada del resto del país por Gambia, acentuando su personalidad diferenciada del resto del país.
Los portugueses fueron los primeros europeos en llegar, ya en 1446. En 1645 se instalaron en Ziguinchor para comerciar con esclavos. En 1828, los franceses hacen de la región una colonia francesa dependiente de Dakar. En 1942, el conato más importante de resistencia nativa contra los colonizadores tiene lugar, liderado por una mujer: Aline Sitoé Diatta, que se convierte en símbolo de la resistencia. En 1960, con la independencia de Senegal, Casamance reclama ser independiente, lo que fue denegado por Dakar, creando un importante conflicto regional que aún hoy no está totalmente extinguido aunque cada vez es más inactivo. De todas maneras, conviene informarse por fuentes sobre el terreno antes de emprender un viaje a esta región.
El 26 de septiembre 2002 se hundió frente a las costas de Gambia barco «Le Joola», que enlazaba por mar Dakar y Ziguinchor, la capital de Casamance. El accidente produjo la muerte de más personas que el Titanic con aproximadamente 2.000 fallecidos y sólo 64 supervivientes. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga; en la actualidad el ferry que une ambas ciudades es moderno y es una magnífica forma de llegar a Casamance desde la capital.
La costa atlántica de Casamance ofrece algunas de las mejores playas de Senegal, desde el conocido Cap Skirring, lugar apreciado por los turistas franceses, hasta los pueblos de Kafountine y Abené. El río Casamance, que separa la región en dos mitades, desemboca en la costa formando un delta de manglares. El agua es un elemento omnipresente en esta llana región, penetrada por todas partes por ríos y meandros. Palmeras y arrozales, inundan esta región rica en vegetación y agricultura, lo que le ha valido el apodo de «Granero del Senegal».
La ciudad más grande de la región es la capital, Ziguinchor, donde es posible navegar la piragua por el río Casamance. Entre los meandros, se atraviesan canales habitados por palmeras manglares, cuyas raíces sirven de hogar a ostras. La pesca es una de las actividades más importantes tanto para los lugareños como para los visitantes. El Parque Nacional de Basse Casamance se encuentra a 60 kmde Ziguinchor; en él se pueden encontrar más de 200 especies de aves así como leopardos, búfalos, antílopes.
Sin embargo, si en algo destaca esta región senegalesa es en diversidad cultural. Sus gentes son musulmanes, cristianos o animistas o incluso alguna combinación entre las anteriores. No es extraño que la misa de los domingos conviva con árboles mágicos y fetiches que representan a los espíritus. Además, existe multitud de etnias bien diferenciadas, los diolas o jolas son los más numerosos. La lengua diola se subdivide en varios dialectos: Boulouf, Fogny y Kasa. El enrevesado tejido social y cultural no parece afectar a la convivencia.
Oussouye, cerca de Ziguinchor es la cuna de la etnia Diola. Desde allí, un rey reina informalmente sobre dieciséis pueblos de la Baja Casamance. El rey, que viste una túnica roja, ofrece audiencias reales a quien quiera dirigirse a él y es una figura de importancia social que goza de mucho respeto en la zona.