¿Qué es una Nueva Cultura del Agua? Conclusiones del X Congreso Ibérico de Gestión y Planificación del Agua

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Beber agua del grifo es un gran acto ecológicoLa Nueva Cultura del Agua (NCA) no es algo del pasado. Proporciona una base conceptual para enfrentarnos a los retos actuales y futuros, no solo desde el plano técnico y de gestión, sino especialmente desde el plano de los valores, los principios, los paradigmas y las estrategias. Las propuestas y principios que la inspiran —la capacidad crítica, la honestidad intelectual y el compromiso con la transformación socioecológica de las políticas del agua en España y Portugal— son tan necesarios hoy como hace 20 años, cuando nació la NCA.

En su décimo Congreso Ibérico de Gestión y Planificación del Agua, celebrado entre los días 6 y 8 de septiembre de 2018 en Coímbra, Portugal, se llegó a las siguientes conclusiones.

Ahora sabemos mejor lo que hacemos bien y mal

Respecto a la Directiva Marco del Agua (DMA), que proporcionó una legitimación jurídica y un marco conceptual y de actuación convergente con la Nueva Cultura del Agua, se constata que queda mucho por hacer para conseguir que tenga un impacto real sobre el estado de las masas de agua. Como aspectos positivos podemos resaltar que es posible que su aplicación haya frenado el deterioro de las masas de agua, pero no hemos avanzado en la mejora de su estado. Por ello y de cara a una posible revisión, consideramos que la DMA aún no se ha aplicado plenamente y hay mucho margen para conseguir avances con una implementación rigurosa y ambiciosa. La Directiva no se ha agotado.

Por otro lado, ha mejorado sustancialmente el conocimiento sobre el estado de las aguas y el funcionamiento de los ecosistemas acuáticos. Aunque, en los dos primeros ciclos de planificación se ha abusado de la figura de masas de agua muy modificadas para reducir los objetivos ambientales y siguen sin utilizarse indicadores ya establecidos, como peces o indicadores hidromorfológicos, lo que resulta en un falso diagnóstico positivo del estado de muchas masas de agua.

Los ríos no se gestionan para el bien común, sino que se subordinan a los sectores hidroeléctrico y agrario

Además, se constata la influencia política sobre los usos económicos del agua. Así, los impactos de los principales sectores (agrícolas e hidroeléctricos) no se caracterizan adecuadamente. No se vinculan las presiones con las fuerzas motrices concretas que las generan, lo que impide la elaboración de medidas eficaces. El cambio climático y su impacto sobre el agua disponible agudiza la necesidad de reconsiderar las demandas y de vincular los sectores que generan las presiones con el estado de las masas afectadas.

En Portugal, el poder de estos sectores se refleja, por ejemplo, en la reciente construcción de nuevos grandes embalses para producción hidroeléctrica (ejemplos: Ríos Tua y Sabor) que han tenido grandes impactos ambientales y cuyo aumento de potencia total es insignificante.

En España se refleja en el continuado dominio del sector agrícola sobre las decisiones y políticas de agua, a pesar de la grave contaminación que genera la agricultura y no solo en el agua. Y está pendiente saber si se nacionalizan las centrales hidroeléctricas cuando caduquen sus concesiones (ya han pasado dos a gestión pública).

De cara al siguiente ciclo de planificación hay que incidir en invertir en la mejora del estado de las masas de agua. Es necesario mejorar la conectividad de los ríos ibéricos, retirando los azudes abandonados cuando sea posible, adaptando la explotación de los embalses y centrales hidroeléctricas a los nuevos objetivos ambientales; desarrollando e implementando regímenes de caudales ecológicos que incorporen caudales máximos, mínimos, tasas de cambio y caudales generadores. Pero también estudiar y evaluar la eficacia de estas medidas en la mejora del estado. Finalmente, es necesario planificar sistemáticamente las acciones de conservación y restauración fluvial de manera que logremos los máximos beneficios con las medidas adoptadas.

¿Quien manda en el agua?

Sobre la gobernanza del agua, en el Congreso se concluyó que la gestión del agua requiere una estructura institucional que sea capaz de articular los cambios necesarios y actúe con eficacia. En Portugal, el desmantelamiento de los organismos de gestión del agua debilita enormemente la presencia del agua en el debate político y dificulta la gestión. En España, son necesarios avances sustanciales en la coordinación y cooperación entre administraciones a todos los niveles, incluyendo la funcionalidad real de los Comités de Autoridades Competentes.

Además, hay que avanzar en la utilización de instrumentos económicos en las políticas de aguas. El principio de recuperación de costes no es un objetivo en sí mismo, sino un instrumento para mejorar el estado de nuestras aguas, fundamentalmente a través de la aplicación del principio de quién contamina (o deteriora) paga. Asimismo, su aplicación tiene que tener en cuenta criterios de equidad, accesibilidad, contexto territorial y socioeconómico. En el ámbito urbano hay que garantizar el acceso al agua independientemente de la capacidad de pago, a través de políticas y estrategias adecuadas.

Es necesario también reformar el modelo de participación social ya que los procesos de participación pública al calor de la DMA se han mostrado insuficientes para asegurar la participación real de la sociedad en la toma de decisiones. En cambio, a pesar de esta frustración con procesos de participación formales, en el ámbito local se están generando múltiples procesos de participación pública en torno a problemáticas y objetivos concretos (véase en el documental “Trileros del agua” la comparación entre los modelos de gestión de Cádiz y Jerez de la Frontera).

Debemos prepararnos hoy para los efectos futuros del cambio climático

Los impactos del cambio climático han sido una de las cuestiones principales debatidas en el Congreso, ya que este fenómeno se afianza como una componente imprescindible de la política de aguas por sus efectos sobre el ciclo hidrológico. De hecho, la Península Ibérica está definida como un territorio natural de riesgo frente a los fenómenos hidroclimáticos al que se han adaptado tradicionalmente las poblaciones locales. Además, las intervenciones humanas en el territorio están fabricado ‘nuevos paisajes de riesgo’, incrementando el riesgo natural y la vulnerabilidad frente a los fenómenos extremos.

Las instituciones tienen la responsabilidad de articular marcos normativos que ayuden a gestionar el riesgo, reducir la vulnerabilidad y transformar los modelos territoriales vigentes. En el ámbito de la Unión Europea, la Directiva de Inundaciones (Directiva 2007/60/CE) ha supuesto un hito fundamental en este sentido. En España la aprobación de la nueva Ley del Suelo en 2008 (RDL 2/2008) y la reforma del Reglamento del Dominio Público Hidráulico en 2016 (RD 638/2016) han representado importantes avances en la gestión del riesgo de inundación.

Mientras, en el ámbito urbano es necesario adaptar las ciudades a las alteraciones climáticas a través de la implementación de soluciones basadas en la naturaleza como la expansión de áreas verdes permeables, reducción de usos de agua potable y utilización de aguas residuales tratadas para usos no domésticos, prioridad del drenaje natural en el espacio urbano. En este sentido, la experiencia de la ciudad de Lisboa, con la intervención en el ciclo urbano del agua y el desarrollo de una estructura verde en la totalidad del territorio urbano, es un gran ejemplo.

Hay que mejorar en educación ambiental

Finalmente, en el Congreso, en el que participaron más de cien personas expertas, se determinó que los retos pendientes no son retos de conocimiento, sino que son retos de transformación de modelos de desarrollo, de transformación socioecológica. Con el fin de contribuir a esta transformación tenemos que cambiar los instrumentos de comunicación y acción que nos permitan comunicar a sectores más amplios de la sociedad e incidir en los procesos de toma de decisiones con más eficacia. La educación es uno de los ejes centrales de todo sistema sociopolítico, y por ello hay que preguntarse si el sistema educativo ayuda afrontar los complejos retos de sostenibilidad a los que nos enfrentamos.

Fundación Nueva Cultura del Agua, un recurso tan valioso que hay que estudiarlo con detalleEquipo de la Fundación Nueva Cultura del Agua
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Contenido publicado orginalmente en: https://blogsostenible.wordpress.com/2018/09/21/que-es-una-nueva-cultura-del-agua-conclusiones-del-x-congreso-iberico-de-gestion-y-planificacion-del-agua/

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