Una microrreducción de la jornada laboral para salvarlo todo
Necesitamos acciones que nos alejen del colapso. Los problemas a los que nos enfrentamos no son pequeños. No nos referimos a algunos problemas que, aunque las noticias les dedican mucho espacio, son nimios. Los nacionalismos en Europa o el Brexit son problemas menores comparados con los problemas ambientales que están acabando con la vida de millones de humanos. Tenemos que parar esto. Necesitamos acciones contundentes pero sabemos que la clase política –y buena parte de la sociedad– se niegan a adoptarlas.
Soluciones nimias no van a evitar el colapso ecológico de nuestra sociedad. Soluciones contundentes no son fáciles de adoptar, ni por la gente ni por los gobiernos (hay presiones de las multinacionales, miedo a revueltas como los chalecos amarillos en Francia…). ¿Qué podemos hacer ante esto?
Por una parte, tenemos que seguir educando y presionando. Por otra, hay que proponer soluciones simples pero suficientemente efectivas que nos encaminen en la buena dirección. Necesitamos que sean simples para que no haya excusas para no hacerlas (hay que desmontar la excusa del “no hay dinero”). A la vez, las soluciones triviales no sirven para cambios sustanciales. Por ejemplo, hay que hablar menos de reciclar porque reciclar no es economía circular (es caro y contaminante… y en España lo de Ecoembes puede llamarse estafa). Lo auténticamente ecológico es reducir y reutilizar (y en muchos casos es más simple que reciclar).
Hemos propuesto una lista de 50 medidas urgentes y fáciles para afrontar la crisis climática desde las Universidades. Esperemos que las universidades lideren el cambio dada su posición de privilegio como instituciones educadoras y en vanguardia de la investigación. Además, algunas de esas medidas también pueden ser aplicadas por empresas.
Pero existen muchas más ideas que pueden frenar el avance de nuestra sociedad hacia el colapso. Una de ellas es la reducción de la jornada laboral. A lo largo de la historia se han hecho varias reducciones en las horas trabajadas por semana. Se ha demostrado que reducir la jornada laboral siempre ha sido positivo para la sociedad. España debería pasar ya a un máximo de 25 ó 30 horas semanales. Sin embargo, esa medida no está ni siquiera encima de la mesa de negociación. Portugal puso 35 horas para funcionarios.
Por eso, de forma estatal, sectorial o incluso a nivel de empresa se puede efectuar una microrreducción de la jornada laboral. Podría ser sencillamente trabajar 1 ó 2 horas menos a la semana o bien tener un día libre más al mes. También podrían permitirse unas cuantas horas semanales de trabajo desde casa (para ahorrar el transporte al trabajo algunos días).
Esta medida, imposible para unos e insuficiente para otros, es esencial para avanzar en la sostenibilidad y mejorar nuestra relación con el trabajo. El principal problema que encuentra la reducción de las horas trabajadas es decidir si la reducción de salario debe ser proporcional. En nuestra opinión no debe ser proporcional, porque las empresas están sacando enormes beneficios de los avances tecnológicos (informatización, robotización, telecomunicaciones…) y toda la sociedad debe también ser beneficiaria de sus ventajas. Por ejemplo, se ha propuesto que los robots paguen impuestos ante la enorme cantidad de puestos de trabajo que eliminan. La reducción de salario podría ser como máximo lo correspondiente a la mitad del tiempo que se reduce. Reducir salario puede ser importante para que las grandes empresas no tengan excusa para no contratar nuevo personal. Dado que es una reducción pequeña en el número de horas trabajadas, la reducción salarial también será pequeña y fácilmente asumible. Las pequeñas o medianas empresas pueden optar por reducir ligeramente su horario de apertura general.
Trabajar un día menos al mes y cobrar medio día menos de sueldo es algo fácil de asumir por casi todos los trabajadores, incluso los más reacios. Trabajar menos, por parte de todos (o de casi todos) supone muchas ventajas:
- Crear empleo y repartir mejor el trabajo y, por tanto, reducir la desigualdad.
- Menor consumo de productos no esenciales y de lujo (que suelen ser los más contaminantes).
- Menor explotación de la naturaleza.
- Más tiempo libre, más disfrute, mayor productividad, menos estrés y mejoras en la salud.
La reducción de la jornada laboral debería ofrecerse, al menos, para el que voluntariamente quiera acogerse a ella. Mucha gente preferiría trabajar menos y ganar menos, para tener más tiempo libre, o para que su empresa pueda contratar a una persona en paro. Es generosidad. Es entender que no por ganar más seremos más felices. El trabajo a tiempo parcial debe estar fomentado para reducir el desempleo y se puede complementar con una Renta Básica Universal que reduzca la precariedad.
Los economistas, empresarios y políticos anclados en las falsas teorías del crecimiento económico infinito, anclados en hacer crecer el PIB, os dirán que esto de reducir la jornada laboral es imposible o catastrófico. Pero insistimos en que ya se ha hecho antes y ya se está haciendo. Más aún, siempre que se ha reducido la jornada laboral ha sido positivo para la sociedad en conjunto. Un ejemplo reciente: la jornada de 6 horas al día se está extendiendo por Suecia (con igual sueldo que trabajando 8 horas).
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