La transición energética es la prioridad
Aunque la transición energética es técnicamente viable y económicamente beneficiosa, tenemos claro que no va a ocurrir por sí sola. Es necesaria una acción política urgente y decidida para poner el sistema energético global en el camino de la sostenibilidad.
En este sentido, se identifican 6 ámbitos prioritarios en los que debemos actuar:
1. Aprovechar las potentes sinergias entre la eficiencia energética y las energías renovables
Esta debe ser una de las máximas prioridades de la política energética porque su efecto combinado puede satisfacer rentablemente el grueso de las necesidades de descarbonización relacionadas con la energía para 2050.
2. Planificar un sector eléctrico en el que una elevada proporción de la energía sea renovable
Para transformar el sistema energético global será necesario un cambio fundamental en la forma de concebir y operar los sistemas energéticos.
Para ello será necesario realizar una planificación del sistema energético a largo plazo, así como formular políticas más holísticas y adoptar enfoques más coordinados entre sectores y países.
Esto es crucial en el sector eléctrico, donde la implantación oportuna de las infraestructuras y la reformulación de las normativas sectoriales son condiciones indispensables para una integración rentable de la generación solar y eólica a gran escala.
Estas fuentes de energía serán la columna vertebral de las redes eléctricas para 2050
3. Aumentar el uso de la electricidad en el transporte, los edificios y la industria
Deben integrarse las normas de ordenación urbana y construcción, así́ como otros planes y políticas, en particular con el fin de hacer posible una descarbonización exhaustiva y rentable de los sectores de transporte y generación de calor mediante electrificación.
La electricidad renovable es tan solo parte de la solución para estos sectores
Cuando no sea posible electrificar los servicios energéticos en el transporte, la industria y los edificios, será́ necesario aplicar otras soluciones renovables, como la bioenergía moderna, la energía solar térmica y la geotermia.
Para acelerar la implantación de estas soluciones, será́ esencial establecer un marco político que lo facilite.
4. Fomentar la innovación en todo el sistema
Del mismo modo que el desarrollo de nuevas tecnologías ha desempeñado un papel esencial en el progreso de las energías renovables en el pasado, será́ necesario que prosiga la innovación tecnológica en el futuro para el éxito de la transición energética mundial.
Las iniciativas de innovación deben abarcar todo el ciclo de vida de una tecnología, incluyendo las fases de demostración, implantación y comercialización.
Pero la innovación es mucho más que la investigación y el desarrollo tecnológicos (I+D)
Debe incluir nuevos enfoques de gestión de los sistemas energéticos y de los mercados, así́ como nuevos modelos de negocio.
Para conseguir las innovaciones que necesita la transición energética, los gobiernos nacionales, los actores internacionales y el sector privado deberán actuar de forma intensiva, enfocada y coordinada.
5. Armonizar las estructuras socioeconómicas y la inversión con la transición
Es necesario un enfoque integrado y holístico para armonizar el sistema socioeconómico con los requisitos de la transición.
Para realizar la transición energética hacen falta importantes inversiones complementarias a la inversión necesaria para la adaptación al cambio climático que ya está en marcha.
Cuanto menos tarde en materializarse la transición energética, menores serán los costes de adaptación al cambio climático y el trastorno socioeconómico.
El sistema financiero debe armonizarse con mayores requisitos de sostenibilidad y transición energética.
Las decisiones de inversión que se tomen hoy definirán el sistema energético de las próximas décadas
Es preciso reasignar con urgencia los flujos de inversión de capital a las soluciones bajas en carbono, para evitar que las economías queden atrapadas en un sistema energético intensivo en carbono, así́ como para reducir al mínimo los activos en desuso.
Es indispensable establecer rápidamente marcos políticos y reglamentarios que ofrezcan a todas las partes interesadas relevantes una garantía clara y firme a largo plazo de que los sistemas energéticos se transformarán para cumplir objetivos climáticos, con incentivos económicos que reflejen debidamente los costes ambientales y sociales de los combustibles fósiles y eliminando obstáculos para acelerar la implantación de soluciones bajas en carbono.
Debe facilitarse e incentivarse una mayor participación en la transición por parte de inversores institucionales y sistemas de financiación basados en la comunidad.
Es preciso abordar los aspectos concretos de la necesidad de inversiones distribuidas, tanto en lo relativo a eficiencia energética como en generación distribuida.
6. Velar por que los costes y beneficios de la transición se repartan de forma equitativa
El alcance de la transición necesaria es tal que solo se podrá conseguir por medio de un proceso colaborativo en el que se implique toda la sociedad.
Para conseguir una participación efectiva, los costes y beneficios de la transición energética deben repartirse equitativamente y la propia transición debe llevarse a cabo con justicia.
El acceso universal a la energía es un componente esencial de una transición justa y equitativa
Aparte del acceso a la energía, los servicios energéticos disponibles presentan actualmente enormes desigualdades en distintas regiones. El proceso de transición solo se completará cuando converjan los servicios energéticos en todas las regiones.
Los planes y escenarios de transición deben incorporar consideraciones relativas al acceso y la convergencia.
Se debe promover y facilitar un sistema de contabilidad social que habilite y visualice las contribuciones a la transición y las obligaciones que conlleva para ciudadanos, comunidades, países y regiones.
Hay que avanzar en la definición y establecimiento de un contexto equitativo para compartir los costes de la transición, al tiempo que se promueven y facilitan estructuras que permitan un reparto equitativo de sus beneficios.
Es preciso plantear expresamente cuestiones relacionadas con la justicia de la transición desde el principio, tanto a nivel micro como macro, y crear estructuras que ofrezcan alternativas que permitan a los ciudadanos y las regiones que se encuentren atrapados en la dinámica de los combustibles fósiles participar de los beneficios de la transición.
Si quieres profundizar en este tema puedes acceder al resumen ejecutivo titulado Transformación energética mundial: hoja de ruta hasta 2050, publicado por IRENA en 2018 y disponible, como es habitual, en nuestro fondo documental ecointeligente.
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Fuente original: https://www.ecointeligencia.com/2018/12/transicion-energetica-prioridad/