El final de la cuenta atrás ha llegado, por fin, para el Impuesto al Sol
En vigor en España desde 2015, muchos anunciaban desde hace meses que el final de la cuenta atrás de este controvertido impuesto estaba cerca. Y estaban en lo cierto: su derogación fue anunciada el pasado 5 de octubre de 2018.
Este hecho ha dado lugar a un escenario (que nunca deberíamos haber abandonado) en el que estaríamos en disposición de desarrollar oportunidades ecointeligentes ligadas al autoconsumo de energía con fuentes renovables.
Con el Real Decreto – Ley 15/2018 de 5 de octubre, denominado de Medidas urgentes para la transición energética y la protección de los consumidores, se produce un giro en la política energética española que conecta con el acuerdo alcanzado en la Comisión Europea sobre la Directiva de Energías Renovables, y que fija en el 32% la energía final consumida en la UE en 2030 con este origen.
Lo que hemos denominado en España como Impuesto al Sol no consiste en un impuesto propiamente dicho. Se trata más bien de un conjunto de medidas, algunas de ellas sin desarrollar, para desincentivar el autoconsumo energético. ¡Y lo cierto es que lo han conseguido!
Este impuesto se materializaba como un cargo en la factura de la electricidad por la energía que alguien producía y destinaba a autoconsumo. Aquellos usuarios con un servicio superior a 10 KW pagaban por estar conectado a la red de suministro de cualquiera de los integrantes del lobby eléctricos.
Aunque por debajo de esta cifra, que podemos considerar como el consumo aproximado de una familia de 4 miembros, la energía producida quedaba exenta, lo cierto es que esto era debido a la aplicación de una medida provisional.
Este nuevo marco viene a resolver el mayor problema que tenía el Impuesto al Sol y que tenía que ver con la inseguridad jurídica que producía este hecho, ya que en cualquier momento se podía haber empezado a gravar este autoconsumo doméstico.
De esta manera desaparece la espada de Damocles que acechaba a estas instalaciones pequeñas, lo que esperamos que, de aquí en adelante, sirva para poner en marcha las inversiones necesarias.
Otra de las cuestiones importantes que trababa el Impuesto al Sol era la posibilidad de varios vecinos pudieran utilizar una misma instalación, por ejemplo, de paneles fotovoltaicos.
En un país donde dos de cada tres españoles viven en edificios, el margen para el desarrollo del autoconsumo basado en renovables se reducía bastante.
Ya a mediados de 2017, el Tribunal Constitucional se pronunció anulando esa prohibición
El nuevo real decreto recoge la posibilidad del autoconsumo compartido como un derecho, contemplando que la instalación pueda estar incluso fuera del propio edificio, siendo suficiente con que esté cerca del consumidor final.
Otro aspecto que provocaba el escaso desarrollo del autoconsumo era la burocracia asociada a la necesaria autorización administrativa, siendo muestra de ello que la primera instalación compartida en España requirió de más de un año de papeleo para algo que debería tramitarse en pocos días.
En este sentido, el nuevo escenario simplifica los trámites para todas aquellas instalaciones que no que vayan a verter electricidad a la red y que no deben pedir permiso a las compañías eléctricas para conectarse a sus redes para esta cuestión.
Así, las instalaciones domésticas quedan exentas de ese requisito, algo que junto al contador específico de autoconsumo y el fin de la obligatoriedad de apuntarse al registro de autoconsumo, simplifica en gran medida el proceso.
Por último, el último escollo latente era lo desproporcionado de las sanciones para los que se aventuraban en el anterior contexto de autoconsumo, ya que con la anterior regulación, las sanciones podían llegar a los 60 millones de euros.
Ahora, según vemos, la sanción nunca podrá superar el 10% de la factura anual del consumidor. Este punto viene a reducir la incertidumbre y a facilitar su expansión.
La realidad es que después de que haya finalizado la cuenta atrás y este impuesto haya desaparecido (esperemos que definitivamente) España se encuentra, en lo que respecta al desarrollo del autoconsumo, en una posición poco favorable.
Y esta afirmación se hace patente con el hecho de que en la actualidad en España existan alrededor de millar de instalaciones de autoconsumo mientras que en Alemania superan el millón.
Pongamos números al autoconsumo en España. La potencia eléctrica registrada en instalaciones de autoconsumo asciende a 1.196 MW, de los cuales 170 MW corresponden a instalaciones de fuentes de energía renovables. Es una cifra muy baja para un país como España con un enorme potencial.
Dentro del autoconsumo con renovables destacan las aportaciones correspondientes al aprovechamiento energético del biogás (127 MW) y la energía solar fotovoltaica (28 MW)
Tener sol abundante no sirve de nada si no nos dotamos de la infraestuctura para su captura. Siguiendo con la comparación, es relevante que Alemania haya instalado durante 2017 13 veces más potencia fotovoltaica que España.
Quizá en los próximos años España pueda acercarse a Alemania en el número de megavatios instalados, aunque en el total aún quedaría muy lejos. Y es que España actualmente apenas tiene 5 GW instalados por los 43 GW de Alemania.
Este es el verdadero reto, olvidar las dificultades pasadas y trabajar para impulsar el desarrollo de las energías renovables (de las que España fue referente hace una década) y el autoconsumo de forma efectiva. Y esto combinado con la imprescindible reforma del sector eléctrico que nos lleve a la tan necesaria transición energética.
Pero eso, como decían en otra famosa película, ¡es otra historia!
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Fuente original: https://www.ecointeligencia.com/2018/10/final-impuesto-al-sol/